Creía que con el paso de los meses, una vez superado los desafíos del principio, la demanda iría bajando.
Pero vienen más crisis: la de los 3 meses donde la demanda aumenta para que la producción suba. Mecanismos perfectos de la naturaleza.
Y a los 4 meses comienza el festival de aprender nuevos ciclos de sueño y cómo enlazarlos; también nuevos movimientos que practican por las noches. Y por supuesto teta.
Esas noches las pasé con luca encima de mi pecho, despertando cada 40 minutos y dando volteretas y patadas cual kun fu panda 🐼.
Empiezan a salir los dientes y la teta es el refugio para calmar el dolor y sentir que les acompañamos.
Angustia por separación en el octavo mes que se vuelve más llevadera si nos sienten cerca y tienen la teta a disposición por la noche.
10 meses ya de teta, teta y más teta.
La demanda es brutal.
Es poner el cuerpo todo el tiempo como escudo de protección amorosa.
Como consuelo, para dormir, para calmarse, para conectar.
Es alimento, es mamá y la sensación de que el mundo es seguro y lleno de amor.
Detrás de mis fotos dando teta subyace lo ambiguo. Lo bonito y lo más duro.
Como madre me siento poderosa, conectada a mi esencia, a la raíz y a la tierra.
Y también me siento cansada, contracturada, con sueño acumulado y con poca disponibilidad de mi cuerpo como mi espacio personal.
La maternidad ha sido un zasca de realidad brutal para mis ideas ingenuas.
La #lactanciamaterna también y por eso comparto mi vivencia sin tapujos porque quizás necesito encontrar refugio en otras madres como vos que han pasado o pasan por lo mismo.
Hoy elijo seguir dando teta con todo lo que conlleva. Lo elijo un día a la vez, hasta que «me salga de las tetas» -parafraseando a @albapadibclc-
😅 ¿También te pasó como a mí, de sentir esta demanda 24 horas? ¿Cómo lo llevas?
Espero mis reflexiones, miradas y vivencias te sirvan como espejo para atravesar las tuyas.
Si quieres compartir tu experiencia y tu camino, aquí tienes un espacio amoroso.
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